
Quizás era ese momento, ese preciso momento en mi vida en el que nada me funcionaba, en el que todo me salía mal, en el que el futuro, lejos de ilusionarme, me aterraba. Quizás fue esa persona, un hombre que había tenido una mala vida y que, en la madurez, había encontrado su éxito profesional, y quizás eso me admira.
En definitiva, que en un momento dado, un buen hombre me enseñó ese vídeo. Es ese en el que dos equipos, unos de blanco y otros de negro, se pasan un balón. Has de contar las veces que el equipo blanco se pasan el balón, y, mientras cuentas, pasa un gorila, al que no ves, y te hace el típico absurdo saludo de gorilas, que tampoco ves. Flipas. Cuentas hasta 12 veces el pase del balón y no ves, ni por asomo, ningún gorila. Claro, debe ser algún truco.
Qué tontería de video. Ese vídeo me cambio la vida.
Estamos sumidos por la crisis, y cuando digo sumidos afirmo, ratifico, que estamos rodeados de crisis, abrumados de crisis, comemos crisis, cenamos crisis, vemos crisis, oímos crisis, y por supuesto, nos acostamos, nos levantamos y hacemos el amor con crisis. Así es, así nos lo cuentan y así vivimos, en crisis. Y como todo el presente es crisis, nuestras expectativas son crisis. Cuando nuestras motivaciones son negativas (están en crisis, claro), nuestras expectativas son negativas, y, por supuesto, nuestras realidades son negativas. Es el famoso Efecto Pigmalión, nuestras expectativas determinan nuestras realidades, esto es así: aquí es así y en la china es así.
¿Y dónde quedan los gorilas? ¿Será que no hay gorilas? ¿Estarán todos en Marina D’or partiéndose la caja de nosotros?
Cuando nuestra única realidad, para la que nos han programado, es contar pelotas del equipo blanco, juro y perjuro que no hay ningún gorila, y si lo ves es que estás loco de encerrar. Pero … ¿y si decides alejarte de la realidad? ¿y si decides ver las cosas en perspectiva? ¿y si un día te planteas que puede que hayas visto un gorila? … entonces todo empieza a cambiar, cuando alguien te dice que existen gorilas y que hay gente que los ve. Y es entonces cuando te das cuenta que eres imbécil, y que los gorilas te ven, te saludan y los dejas ir, y lo has estado haciendo desde que decidimos, entre todos, sumirnos, enterrarnos en crisis.
Os digo una cosa, yo no hago más que ver gorilas, y si puedo me tiro encima, y algunos se me escapan pero muchos me los quedo. Eso es como cuándo tu mujer está embarazada y no ves más que embarazadas y carritos por la calle, madre de Dios! ¿tu sabes si hay carritos en Castellón? Miles, millones… ¿no será que mi expectativa ha cambiado y, con ella, mi realidad? Porque la verdad es que carros hay, como siempre los ha habido, pero ahora yo los veo.
Esos gorilas son las oportunidades y se nos cruzan delante de nosotros y no las vemos, no podemos verlas. Oportunidades no sólo de negocios, me refiero a dinero, a trabajo, pero también me refiero a personas, a gente por conocer, a colaboraciones que realizar, a sitios que visitar, a experiencias que vivir.
A mí ya no se me escapan los gorilas. Decidí cazar cualquier gorila que vea y en eso estoy, y me va bien, muy bien, y me he venido arriba y lo mejor es que ya no hago el amor en crisis (iba a decir que mi mujer es un gorila pero puede que no lo entienda y la tengamos…)